¡Título de la colección inteligente, escrito y pensado para lectores adolescentes!
Prólogo
Este
versario de David Rambo titulado “Yo el peor de todos”, planteado desde una
riesgosa conjunción hablante-autor (o protagonista lírico), se ofrece desde una
perspectiva vocativo-invocativa, en una audaz dialéctica -no del todo novedosa-
entre el yo férreamente individual y una “afuera” densamente poblado.
Ese afuera, descrito con tenacidad
reiterativa, incluye una postura desencantada del ámbito social (“los otros”
más que el tan manido concepto de otredad), percibido como producto de la posmodernidad tardía y, al mismo tiempo, una
visión de la ciudad o la gran
ciudad que recuerda a los románticos franceses del XIX, en especial a
Baudelaire y al Conde de Lautréamont.
Pero el hablante-autor no sugiere el deseo
de inaugurar una nueva “malditez”, un renacer de los poetas malditos, más bien
atenerse a una tradición de la lírica occidental que las vanguardias del siglo
XX, en particular el surrealismo, desarrollaron con amplitud. En México
recordemos a los infrarrealistas, con una limitada propuesta de seguidismo más
como actitud de “aullido revolucionario” que como resultados estéticos.
Es decir, el tono del libro tiende a lo
reflexivo desde lo existencial, que una poética del cuerpo confirma. Lo
cotidiano, aun en sus banalidades, adquiere entonces categoría de implante
estético e ideológico, con el valor agregado de sugerentes ars poéticas, hasta
en una búsqueda del “tempo” real en la mera escritura (ver poema “7:53 a.m. =
15/10/13”).
Ahora bien, por simple asociación, las
proclividades vitales que tocan hasta lo escatológico y la estética del feísmo,
conducen a la verbalización de la muerte (subtema constante) hasta aplicando el
recurso de la prosopopeya. Esto lleva a surcar dos vías de pensamiento: una, la
aceptación cultural de la muerte del yo y la de toda/os los de “afuera”; dos,
el descubrimiento y celebración del fluir permanente de las cosas o de la
fracción de la totalidad que llamamos universo.
En la axiología que el hablante-autor
desarrolla aparece directamente una crítica y un rechazo severos de las
modalidades y falsedades sociales, propias del modo de producción del
capitalismo salvaje, a más de propugnar la liberación de la mujer de manera
explícita. Dicha axiología se sostiene en una arriesgada sobrevaloración del
papel del poeta, que contradice el verso que da título al volumen. ¿Cómo
resolver esa contradicción? Pues, escribiendo, desde una verdad subjetiva,
estos poemas agresivos, golpeantes, sin anestesia, de firmes ritmos y relativo
canto, que pretenden tal vez resumir un estado de ánimo y de necesidad
escrituraria más allá del yo y de los de afuera.
SAÚL IBARGOYEN
Miembro del Sistema Nacional de
Creadores de Artes
(Edición Cancelada)
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